martes, febrero 28, 2006

Lo pasado, gozado.

La fantasía tantas veces deseada, tantas veces añorada, tantas y tantas veces imaginada. Por fin se cumplió. Fue la noche de sexo más salvaje que nunca había tenido antes. Sus grandes pechos estaban en mi boca tanto tiempo que ya parecían partes del mismo cuerpo. El elixir de mi cuerpo entro en su boca con tal violencia como pocas veces y con un anhelo increíble del otro lado, fue tanto su deseo que creí que la succión me exprimiría la sangre.
-Para, para, para.-Escuchaba de fondo, pero yo no podía parar.-No puedo acabar tantas veces.-
Eso solo hizo acrecentar más mi deseo. El deseo de morder más ese cuerpo, de besar más esos labios, de penetrar más en su templo de placer. Nunca había hablado tanto en esa situación, aunque siempre me gusto hacerlo un poco. Describir la situación y lo que haría a continuación. Preparar el camino para lo que vendría, certificar que es placer lo que siente ella. Si, aunque sus gritos parecían decir lo contrario. Sus palabras me alentaban a seguir y seguir.
-Como me gusta! No! Para un poco y dejame descansar! NO, para!-
-Tu boca dice no, pero todo tu cuerpo dice si.-
Tu jugo me indica que deseas seguir con toda tu carne, quiere que siga. Siga cumpliendo con lo prometido, lo profetizado. Placer, mucho placer. Oleadas de placer que queman con nuestras lenguas. En ríos de saliva, deseo recorrer tu cuerpo. Aun recuerdo tus movimientos sinuosos, tu mirada fija en mi y esos labios entreabiertos que me decían que lo ansiabas tanto como yo. Invocando una gran tormenta. La tormenta de dos cuerpos y el deseo reinante en el sudor y los vahos del sexo.
Fantasias pervertidas de ayer y hoy presentó...

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